domingo, 5 de agosto de 2012

Mundo raro

Escribió Ricardo Bada en su diario del día de hoy, cinco de agosto: "Murió Chavela Vargas. El mismo día que Marilyn Monroe, cincuenta años después. La recuerdo a Chavela de cuando nos conocimos en El Escorial, en los cursos de verano de la Complutense, y el día que llegó comimos juntos a la misma mesa, con Marcela, su guitarrista, que era amiga nuestra y nos la presentó. Y cómo nos encontramos una vez más a los pocos días en el jardín de la Residencia de Estudiantes, la foto que se hizo con Diny sentada en un banco delante de la entrada principal. Era una persona que me imponía un respeto enorme, creo que debió despedirse de nosotros con la impresión de que yo era mudo. Y no soy mudo, pero sé enmudecer en presencia de la grandeza. Sus dioses andan hoy de parranda, por fin la consiguieron convencer de que se fuese de aquí a ese mundo raro del que decía que llegó."
Quise poner esto aquí porque Ricardo dijo lo que yo hubiera querido decir. Así que tomo prestadas sus palabras. También mi mamá murió el cinco de agosto, pero hace cuatro años. Al poco tiempo de eso empecé a escribir el blog en El País, gracias al cual los encontré a ustedes en mi destino. Fueron el primer y gran regalo que me mandó.

Punto y aparte:lean el texto de Tatiparga en Boleros y Corotos.

Punto final: Como estamos en confianza firmo esto con un beso y se los mando de una vez, para no dejar vacío el día.

Parte médico: Mi hermana y su rodilla no van mucho mejor. Yo ya puedo hablar, poco e impreciso, pero algo es algo.  

miércoles, 1 de agosto de 2012

Olimpiada en silencio

Pues sigo muda. Ustedes creen que es chiste, pero no tengo voz. Si mi hermana estuviera en sus diez sentidos, ella siempre tiene el doble de todo, me diría que algo quiero decir y no me atrevo, que por eso ando sin voz, pero la verdad se equivocaría. Yo soy habladora. Menos para guardar secretos, si me dicen que lo son, para todo lo demás soy transparente. Me dicen que es cosa de tiempo. Y eso, no es que me sobre, porque el futuro ya se ve bastante recortado, pero estoy dispuesta a darlo. Tanto así que se los he ido entregando a los juegos olímpicos. La mezcla de ocio y reconcomio con que los he visto me ha puesto a desconfiar. ¿Qué tan buena es la idea de competir así? ¿Por qué el deporte se ha vuelto así de exigente? Ver a las niñas de la gimnasia olímpica, antes, era un placer, ahora es un tormento. Hay que estar, dirían las abuelitas, con el Jesús en la boca. ¡Cuidado que se rompe la cabeza! ¡Cuidado que trae un dedo roto! ¡Cuidado que los tobillos se le pueden zafar! Las pobres tienen vendajes por todas partes. Están como apaleadas. De remate se les han puesto los cuerpos muy parecidos. Parecen lombricitas. Más aún las que ganan, porque con eso de que entre más flacas, más elásticas, todas quieren verse como chinas. Yo creo que alguien tendría que decirlo en uno de los múltiples comités que de esto se hacen cargo. Una cosa es la disciplina y otra que un juego pierda su condición lúdica. Se ve poco gozo en los atletas. Todos están asustados. Perdiendo la vida en cada flecha, en cada salto, en cada gol. ¿Qué tal los pobres españoles? Perdieron contra Honduras y lo han lamentado más que la independencia de sus colonias en América. Si es juego. ¡Es juego! Tanto sermón en torno a que lo importante es competir, no ganar, y ni quien lo oiga. Hasta el público tiembla.
Me gustan los atletas naturales, los que se estremecen cuando ganan porque quizás se echaron a la alberca sin imaginarse oyendo su himno. Y los que no ganan, pero se van contentos. Ya estuvieron ahí, como la tiradora con arco que iba por cuenta de Australia y perdió frente a una bellísima criatura danesa que se parecía a Isaak Dinesen. Las dos se abrazaron muy contentas y quedaron conformes. Habían jugado.  En cambio la pobre sudcoreana que perdió en esgrima porque el reloj no marcó que ya había acabado el encuentro, lloró como hora y media.
Yo nunca he sido buena para competir. Ni creo que deba ser un valor tan grande el de ganarles a otros. Pero creo que estoy un poco sola en esta certeza.

Punto y seguido: Felicidades a Casandra. Besos a Beatriz que, ustedes no lo saben, porque ella es discreta, no como yo, pero sí que ha tenido problemas con la voz.

Punto y aparte: no hemos comentado la quinta temporada de Mad Men. Fue algo extraordinario.

Punto final: Escribió Sor Juana: “Y ya que a ti no llega mi voz ruda/ óyeme sordo/ pues me quejo muda”. ¡Qué bonito! ¿Verdad?

Alegría: mañana se las cuento. Pero es la responsable de que este envío haya salido tarde.