martes, 24 de enero de 2012

A la sombra de Paco

Hola queridos: Me econtré esto que escribió Paco sobre su campo en La Mancha. Lo traigo a dejar aquí, porque les gustará.

“Hay que estar muy a la sombra en estas tardes de agosto, por los caminos de la Mancha. No tiene el horizonte siluetas de Don Quijote y Sancho. En la llanura las aspas de los molinos están durmiendo. El cielo azul sostiene en el aire puntitos de alcotanes. En la torre de la iglesia hay dos cigüeñas que ni se mueven. Detrás de las lindes, donde empiezan los chaparros, cantan las chicharras. Los olivos mecen sus ramas apenas como si no existieran los siglos. Una urraca se tira sobre la sombra de una encina. A lo lejos, sobre el verdor de las viñas, vuelan bandadas de pájaros, como peces, persiguiendo ráfagas del sol. Los ojos se embelesan del paisaje y se van deteniendo sin concierto en la sinfonía de la tarde. Lento va el pensar sin ganas de pensarse. Silencio. El campo tiene abiertas las puertas.

A mi perro Moro lo mató en abril un tractor. Y me lo dicen ahora cuando al entrar a la finca casi se me rompe el cuello por buscarlo. Sabía que llegaba cuando yo cruzaba Puerto Lapice. Me olía a veinte kilómetros. La sombra de la higuera y yo nos vamos a quedar muy solos.
Que gilipollez, dice mi hermano, llorar por un perro. (…)

Hilario dice que hogaño será excelente la cosecha, que las cepas han sufrido la locura de los climas, y cuando ocurre, los caldos salen más prietos, son como las personas, dice, son muchos mejores si conocen sufrimientos. Mi sobrino que es un sol que no se pone ni en las noches, me tenía un Morito (así se va a llamar) para quitar con esta mora la pena de la otra. Dice mi cuñada Carmela –a la que quiero más que a mi hermano (y no por lo del Moro)- que en dos días se me oscureció el pelo. Y es que no hay nada como dormir en la habitación de tu infancia.”

Aquí están, aquí estoy

Aquí están. ¡Qué alegría! Aquí está el juego, el desorden, la generosidad, la esperanza. Aquí ustedes con sus ojos grandes y su empeño. Aquí la certidumbre de que vale la pena y el gozo esto de escribir porque sí, para contar, para quererse. No crean, he andado triste, desasida. Sin el deber de venir a ver en qué andan, sin el deber de recuperar en qué ando para decirles de que está el hecho el mundo que veo. No he podido ponerme a pensar en el libro. Ya está, me dirán, ha de venir. Hoy en la mañana me senté a esperarlo, a darle vuelta a los deseos, a imaginar, a preguntarme qué será mejor. ¿La historia de mis padres como un testimonio? ¿Cómo algo visto desde la memoria de su hija, desde el caos raro en que vienen los recuerdos? ¿O una historia imaginaria, en la que entren, como girones que sólo yo sabría que lo son, las historias que sucedieron en realidad? No sé. Ni siquiera sé si vale la pena preguntármelo. Preguntárselos. Lo que sí es cierto es que debo darme el tiempo para hurgar en ese deber. Yo no tengo que escribir un libro, no pasa nada, ni el mundo se lastima o se merma si yo no cuento lo que se me ocurra, pero algo de mí se debe a la promesa de indagarlo. El blog me daba el pretexto para no hacerlo. Para la urgencia de contar, con cierto sistema, porque estábamos parados en la vía pública, me servía estar en el mar abierto del El País. Encontrármelos y vestirme para salir a su encuentro, era un quehacer parecido al trabajo. Aquí vengo, como ahora ven, más cerca de la pijama, más dispuesta a dejarme caer que a levantarlos, más puesta en el sustantivo que en los adjetivos. Y esto será otra fiesta, sin duda, menos formal y , por lo mismo, menos esforzada. A eso le temo. También podría contarles a los maridos de Julia Corzas, podría recuperar lo que imagino que fueron. ¿Qué haré? He de seguir pensándolo. Por lo pronto, les dejo ahora mi devoción y mi agradecimiento. Volveré mañana o pasado a ver con qué historia, con qué atisbo de cielo, con que imaginería. Punto y aparte: Oigo subir los pasos de Héctor. Quiere ganarme la tele. Está prendido a la temporada cuatro de la serie "The Wire". En cambio yo, ayer me quedé asida a "Bordwalk Empire". Gran serie dirigida por Scorsese. Con su mirada humeante, con su valor. Me sucede que cuando el horror cuenta el pasado me da menos miedo. Ver la droga y la muerte en estos años, que es lo que pasa "The Wire", es más intolerable que verla en los veintes, que es lo que pasa en la serie de Scorsese. Un beso.