miércoles, 14 de septiembre de 2011

El perro y la lagartija

Hoy el cielo ha estado azul como en los dibujos de la infancia. No se cansa uno de verlo para constatar lo increíble. Perdida en ese abismo estaba yo cuando el perro vino a exigirme que le abriera la puerta. Quería salir a la terraza en pos de algo que se le escapó de aquí dentro. En cuanto abrí él saltó. Lo vi correr tras una lagartija y atraparla, morderla, aventarla al cielo, verla caer. Todo en segundos. No alcancé a defenderla. Y era tan chiquitita como un prendedor. La naturaleza había crecido esa perfección para que el perro la destripara porque sí, para jugar. Luego entró muy en paz, con el deber cumplido, a pedirme un cariño. Díganme ustedes si no es una barbaridad.